FILOSOFÍA

CONFUCIO




    confucio CONFUCIO | Vida y Frases de Confucio

CONFUCIO | Vida y Frases de Confucio


Confucio se casó a los 19 años y tuvo un hijo y dos hijas. Fue criado del jefe del distrito donde vivía. Posteriormente fue maestro y viajó continuamente para instruir a sus discípulos. Ganó fama rapidamente de hombre sabio. Conocido
como Kung el Sabio (Kung-Fu-Tsu, que los misioneros escribieron como Confucio). Lejos de la mística y las creencias religiosas, la enseñanza de Confucio se propone como una filosofía práctica, como un sistema de pensamiento orientado hacia la vida y destinado al perfeccionamiento de uno mismo. El objetivo no es la "salvación", sino la sabiduría y el utoconocimiento. Enseñó a sus alumnos los clásicos antiguos de la literatura china. Se
cree que cuando contaba 50 años de edad fue nombrado magistrado de Zhongdu, y al año siguiente ministro del crimen de Lu. La justicia fue administrada con imparcialidad y el crimen fue erradicado. Dejó su cargo en el 496 a.C., y viajó por diferentes territorios impartiendo clases. En el año 484 a.C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, volvió por última vez a Lu. Allí falleció y fue
enterrado en una tumba en Qufu, Shandong. Confucio no dejó escritos los principios de su filosofía; éstos fueron transmitidos sólo a través de sus discípulos, con los que recogió y sistematizó los cinco grandes textos de la tradición china: El célebre Yi-King o Libro de las Mutaciones, el Chu-King o Canon de la Historia, el Chi-King (Libro de las Canciones), el Li-Ki (Libro de los Ritos) y los Chun-Ching o Anales de primavera y otoño. El Lunyu (Analectas) es considerada la fuente de información más fidedigna sobre su vida y enseñanzas.
Frases del autor:
"Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso."
"El que no quiere economizar deberá agonizar."
"Yo no enseño a quien no se esfuerza en comprender."
"Rebasar los límites no es un defecto menor que no alcanzarlos."
"Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan."
"Cuando se sabe una cosa sostener que se sabe y cuando no se sabe admitirlo, ese es el verdadero conocimiento."
"La virtud no habita en la soledad: debe tener vecinos."
"Si pudiéramos aprender, por la mañana, lo que es justo, deberíamos darnos por satisfechos con morir por la tarde."
"Sabemos tan poco acerca de la vida. ¿Cómo podremos saber algo acerca de la muerte?"
"Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad."
"La mujer es lo más corruptor y lo más corruptible que hay en el mundo."
"La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural."
"Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo."
"No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino."
"Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo."
"Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender es peligroso."
"No veo ningún rey sabio. Nadie puede escucharme. Tengo que morir."
"Nunca olvidéis, discípulos, que un gobierno opresor es más cruel que un tigre."
"No hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti."
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"Si no puedes gobernarte a ti mismo… ¿cómo sabrás gobernar a los demás?"
"Esntristécete no porque los hombres no te conozcan, sino porque tú no conoces a los hombres."
"Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un simple murmullo."
"Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no lo hagas a los otros."
"Lo que quiere el sabio lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás."
"Saber lo que es equitativo y no hacerlo, he ahí la cobardía."
"Pensar dos veces ya es bastante."
"Perdónaselo todo a quien nada se perdona a sí mismo."
"Sólo los sabios más excelentes y los necios más acabados son incomprensibles."
"Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla."
"No enseñarle a un hombre a quien se le puede enseñar es malgastar a un hombre. Enseñar a un hombre a quien no se le
puede enseñar es malgastar palabras. El verdadero sabio no malgastará ni hombres ni palabras."
"Si el gobernante se impone por sus cualidades y mantiene el orden en armonía con las buenas costumbres, el pueblo
sentirá vergüenza de actuar mal y avanzará por el camino de la virtud."
"Por naturaleza, los hombres son muy parecidos entre sí. Son el saber y la experiencia lo que los diferencia."
"Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos."
"Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro."
"En vez de sentir el no ser conocido, procura hacerte digno de ser conocido."
"El que por la mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede dormir por la tarde."
"Aprende a vivir y sabrás morir bien."
"Te diré lo que es el verdadero conocimiento: cuando sabes, saber que sabes; cuando no sabes, saber que no sabes."
"La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos
diferentes y que nos alejemos."
"El que exige mucho de sí mismo y poco de los demás, estará libre de odio."
"Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente,
hijo obediente, hermano complaciente."
"La ignorancia es la noche de la mente; pero una noche sin luna ni estrellas."
"Dificilmente yerra un hombre por exceso de moderación."
"Paga la injuria con la justicia, y la amabilidad con la amabilidad."
"El tipo más elevado de hombre es el que obra antes de hablar, y profesa lo que practica."
"Estudiar equivale a pulir la piedra. A fuerza de cultivarla, se purifica el espíritu."
"Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil."
"El hombre más noble a todo se acomoda, aunque no sea obsequioso. El hombre inferior es obsequioso, pero no se
acomoda a los demás."
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"El silencio es el único amigo que jamás traiciona."
"Los hombres se parecen mucho en esencia, pero en la práctica llegan a ser muy distintos."
"El sabio comienza por hacer lo que quiere enseñar y después enseña."
"Palabras de amable reconvención no pueden menos de agradar al que escucha. Pero la meditación sobre ellas es lo que
verdaderamente importa."
"El hombre superior es cortés, pero no rastrero; el hombre vulgar es rastrero, pero no cortés."
"Exige mucho de ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos."
"No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación."
"Algún dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae."
"Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios."
"Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podremos conocer la muerte?."
"Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar, eres un pícaro; y si no lo sabes, eres un tonto."
"El gobierno es bueno cuando hace felices a los que viven bajo él y atrae a los que viven lejos."
"En todos los ritos, la sencillez es mejor que la extravagancia."
"El mayor error es sucumbir al abatimiento; todos los demás errores pueden repararse, éste no."
"La seriedad es sólo la corteza del árbol de la sabiduría; sin embargo, sirve para preservar a ésta."
"Tres cosas distinguen al hombre superior: siendo virtuoso, está libre de ansiedad; siendo sabio, está libre de perplejidad;
siendo valiente, está libre de temor."
"El hombre más noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso, pero no digno."
"Todavía no he visto un hombre que sea inflexible en sus principios."
"Absorberse en el estudio de lo sobrenatural es peligroso."
"Comed en casa como si comierais en la del rey."
"Por muy lejos que vaya el espíritu, nunca irá más lejos que el corazón."
"Gobernar significa rectificar."
"Quien gobierna a un pueblo dando buen ejemplo se parece a la estrella polar, que permanece inmutable mientras los
otros astros dan vueltas a su alrededor."
"Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano."
"El que domina su cólera domina a su peor enemigo."




                                                      SÓCRATES 



                         


http://youtu.be/9f6gvDMI1fM

http://www.32rumbos.com/pasajes/socrates.mp3



Sócrates,fundador de la filosofía ática, nació hacia el año 469 a. de J.C., procedente de una familia humilde perteneciente al demo de Alopece. Su madures coincidió con el gobierno de Perícles, época conocida como el siglo de oro de Grecia. Atraídos por el esplendor de Atenas, acudían a ella los personajes más eminentes de la Hélade, llegaban de todas las regiones de la península, se reunían en el ágora de la ciudad, que era el lugar de los grandes foros. Allí hacían demostración de sabiduría, les llamaban, los sofistasSócrates se acercaba a ellos para aprender de su ciencia, sin embargo, persuadido de que más bien la negaban, estudió la dialéctica para combatirlos con sus propias armas.
La juventud dorada de Atenas sentía gran atracción por aquellos sofistas que impresionaban al publico con sus actitudes teatrales. Se vestían con largo manto de púrpura, como los antiguos rapsodas, y se presentaban en publico, no para recitar los poemas homéricos, sino para lucir su destreza en la retórica, como elocuentes oradores que podían defender o refutar cualquier cosa, con la misma habilidad, mala o buena que fuese, Su arte y su doctrina la enseñaban a los jóvenes mediante un salario, y llegaban a reunir de este modo una envidiable fortuna.
Los mas renombrados fueron: Gorgias de Leontino, en Sicilia, Protágora de Abdera,. Pródico de Geos, Hippias etc. Jactabanse de poseer conocimientos universales, y discutían capciosamente sobre las cuestiones mas opuestas, pretendiendo que acerca de cualquier problema podía sostenerse el pro y el contra, lo justo o injusto, y acabando por negar la existencia de verdades universales, así en los dominios de la teoría como en los de la practica.
Sócrates, http://www.32rumbos.com/pasajes/socrates.mp3 Sócrates (1-3) .:: DocuHistory en cambio, no pretendía divulgar ninguna doctrina en especial, por que, según afirmaba insistentemente, lo, único que sabía, era que no sabía nada. Su divisa reproducía la máxima "conócete a ti mismo", inscrita en el frontón del templo de Delfos, en la cual resumió la finalidad fundamental de los estudios filosóficos, es decir, la naturaleza de la virtud y el vicio, el modo conducente a lograr la fuerza del carácter, el dominio de sí, la justicia para con los semejantes y la piedad hacia los Dioses.
Nuestro filosofo, que no escribió nada, daba sus enseñanzas paseándose por la plaza publica; trabando conversación con la gente, ponía en juego la ironía, que fingiendo ignorar, interrogaba. Así como la mayéutica o arte de llevar a sus interlocutores a dar por si mismo con la verdad. En sus conversaciones, mas bien que transmitir una verdad, insita a sus discípulos a que indaguen por si mismo, y que en sus reflexiones, aprendan a buscar el camino de la investigación y de la exactitud, si es que esta ultima existiera como verdad absoluta.
Así, pues, lo que propiamente constituye la enseñanza socrática es el aprendizaje de un método para buscar la verdad, y su preocupación, es la formación moral del ciudadano. Cree que no hay malos a sabiendas, es decir, que quienes obran mal lo hacen creyendo que es el bien. De aquí que Sócrates considere indispensable la sabiduría para adquirir la virtud. Su misión fue servir de conciencia a la ciudad de Atenas para descubrirles sus vicios e incitarla a la virtud. Se compara con ello con un jinete que espolea a su cabalgadura para hacerlas marchar por el buen camino. Sin embargo, los hombres no gustan de que se les diga la verdad, cuando esta es desagradable.
Sócrates se conquistó con su actitud, entre las almas ruines de sus compatriotas. Odios y enemistades que, a la postre fueron el motivo fundamental de su condenación. En efecto, acusado de haber introducido en su patria Dioses nuevos y señalado por sus detractores como corruptor de la juventud, fue enjuiciado y condenado a beber la cicuta, -brebaje venenoso que utilizaban los atenienses para ejecutar a los sentenciados a muerte- después de defenderse en su apología, escrita por Platón y en los últimos momentos de Sócrates, narrados por su discípulo mas ilustre Fedón.
El pensamiento Socrático, que tan profunda influencia a ejercido en la filosofía de todos los tiempos, nos es conocido gracias a las obras de Platón y algunos de los escritores de Jenofontes, particularmente los memorables o conversaciones con su maestro, en la que este es presentado como un ciudadano probo y piadoso; La apología, destinada a demostrar la inocencia del filosofo Ateniense y El banquete, relato de una comida durante la cual expone Sócrates su teoría acerca del amor.
SÓCRATES: HORAS ANTES DE SU MUERTE
Empieza el alba, la nave de Delos llegaba. Fedón el discípulo más ilustre y querido de Sócrates, fue el primero en llegar al ágora de Atenas, punto de reunión de los condiscípulos para despedir en la cárcel, quien fuera en ese momento, su gran maestro, y poder estar con el en su ultimo día de vida terrenal. Uno por uno van llegando con la tristeza de saber que verán por ultima vez a su filosofo. El bueno de Apolodoro, Critóbulo y su padre el rico y generoso Critón, Hermógenes y Epígenes; el cínico Antístenes, que tanto aprenderá en ese día; Ctesipo y Menéxeno; Simias , Cebes y Fedondas, los tres tebanos; Euclides y Terpsión; megarenses ambos, el primero creador de esa escuela que sirvió de cenáculo a los socráticos en el momento de miedo y cobardía que siguió a la muerte del maestro. Todos están allí. Faltan tal vez algunos cobardes, y Platón está enfermo y no ha podido acudir.
Lo encuentran como era ya una costumbre, sentado en el habitáculo de la prisión, pero esta vez estaba desatado pues en su ultimo día, el reo recibe consideraciones especiales. Se frota las piernas, adoloridas por las cadenas que ha soportado en la prisión todo eltiempo en espera de la ejecución de la sentencia
Su mujer Xantipa, sentada junto a él, prorrumpe en gritos al ver entrar a cada uno de sus amigos. Son esos gritos que en los países latinoamericanos se oyen siempre, sin ningún pudor, en los entierros: ¡Ay, Sócrates, que es la última vez que habláis! ¡Ay, que por última vez ves a tus amigos!
Sócrates no puede sufrirlo más y le ruega a Critón,- que como hombre rico que era se habría hecho acompañar de sus esclavos-, que se llevasen a la infeliz Xantipa, la cual tenía: nos dice Platón, a su hijo más pequeño en brazos. Hay que observar que esta conducta no era entonces tan dura como nos parece a nosotros, ya que la mujer distaba de estar a la misma altura social que el marido, y, por otra parte, bastaba con que los amigos llegasen para que la mujer desapareciera, conforme a las costumbres de los atenienses.
Sócrates se incorporó en su asiento, apoyó los pies en el suelo y mirando con estima y afectividad a sus discípulos empieza su acostumbrada conversación y doctrinaje. Esta actitud del maestro, muy común en el, y en este caso se trataba nada menos de no confundir la buena disposición que el tenía para el encuentro de la muerte con el suicidio. No en vano Sócrates moría en un punto en que el despego del vivir podía convertirse en una peligrosa epidemia. Era necesario llenar la vida de espontaneidad religiosa, para que no venciese la muerte.
Es probablemente el Sócrates histórico el que en nombre de la religión tradicional se opone al misterio que dice que el cuerpo es una cárcel o tumba del alma, y que lo mejor que podemos hacer es huir de ella y buscar la verdadera resurrección y libertad. Es éticatradicional, vieja religión, lo que Sócrates en Platón toma del pitagorismo y enarbola como razón suprema. –Lo Dioses - dice - son nuestros amos; nosotros somos tan suyos como si fuéramos su rebaño y ellos nuestros pastores. No podemos, pues, disponer de nosotros mismos ni hacernos daño-.Era en la religión heredada, donde Sócrates buscaba la razón suprema para resistir a la desesperación que iba a invadir el alma antigua. Y esto, sin dejar de afirmar, desconcertadamente, que el filósofo debe acudir gozoso a la muerte. Sus discípulos no comprenden todavía bien las dos cosas: si la muerte es deseable, ¿por qué no- buscarla? si no lo es, ¿cómo se explica la serenidad ante ella?
Sócrates estaba aquí, como en todo lo demás de su vida, en un equilibrio tan difícil, que resultaba incomprensible aun para sus más fieles discípulos. En el fondo, su filosofía consistía esencialmente en ese desprecio del instinto que nos liga desesperadamente a la vida.
Platón sabía que había que buscar para Sócrates una razón en su sacrificio, y creyó que lo mejor era fundamentar su serenidad en la fe en la inmortalidad y en la providencia de los Dioses. Pero, en realidad, Sócrates no necesitaba esta fe para correr hacia la muerte. Es este uno de los momentos más extraños en los últimos días de Sócrates. .
Sócrates se exalta. Critón le dice de parte del verdugo que no se excite en la conversación pues si se acalora, el veneno tardará más en hacer efecto. «No le hagáis caso -dice Sócrates-, que se ocupe de su menester y que prepare lo que haga falta, aunque sea ración doble y aún triple »No es precisamente con base en creencias con lo que Sócrates corre hacia la muerte, sino privado por el cultivo de la filosofía del instinto que se agarra a la vida. «Los que cultivan bien la filosofía -dice- , los demás no se dan cuenta de que lo único que cultivan es la muerte.»La filosofía socrática se nos descubre en estos momentos últimos como una verdadera preparación para la muerte. Todo lo que la filosofía socrática tiene aparentemente de vulgar se convierte en cosa sublime y extrahumana. Tanto que, acentuando mucho lo que se había iniciado en Pitágoras y en los misterios, y en general en las doctrinas helénicas de inmortalidad, el alma queda separada del cuerpo.
No cabe duda que este aspecto de Sócrates fue Platón el que mejor lo comprendió y el que supo recogerlo como herencia. La filosofía se convierte así en una sublimación de la corriente religiosa purificatoria, se hace la purificadora por excelencia, la que por anticipado, mientras Dios llega a liberarlo, nos purifica del contacto con el cuerpo. En lo que no consiste esta pureza es precisamente en la verdad, con lo que la doctrina tiene un sello intelectualista que revela su origen socrático.
Cuando le preguntan acerca del entierro, Sócrates dice una frase alada como una flecha: «Como queráis, que no me escaparé de vuestras manos.» Los discípulos sienten crecer su asombro. Sócrates habla de sus funerales con una calma y una naturalidad que están bien lejanas de los lamentos de los héroes homéricos.
Cuando se acerca el momento supremo, no podemos menos de seguir literalmente a Platón- Fedón-59 ss -Podrá, haber una poetización, lograda, como las estatuas antiguas, suprimiendo detalles individuales, o añadiendo por el contrario rasgos de valor general. Pero cuando la poesía se ha convertido sustancialmente en realidad, cuando es una escena poética donde se ha conservado un hecho, mientras que la realidad y los hombres mismos se han convertido en polvo, la crítica histórica se convierte en una nimiedad, en una impertinente exigencia.
Sigamos, pues, a Platón y dejémonos llevar de él.
«Después de hablar así, Sócrates se levantó y pasó a otra cámara para bañarse, y Critón le siguió, y nos mandó aguardar. Estábamos, pues, hablando unos con otros acerca de todo lo que se había dicho y repasándolo, y nos lamentábamos de cuán gran desgracia nos había sobrevenido, en la creencia de que íbamos a pasar el resto de nuestra vida como huérfanos privados de su padre .
Luego que se hubo bañado y trajeron junto a él a sus hijos y llegaron las mujeres de su casa, habló con ellos en presencia de Critón y les dió las órdenes que quiso; despidió a las mujeres y los niños, y vino hacia nosotros. Ya era cerca de la puesta del sol, pues había gastado mucho tiempo dentro. Llegó ya bañado, se sentó, y no le dio tiempo de hablar mucho, cuando llegó el servidor de los once y, de pie junto a él, le dijo:
-Sócrates, no pensaré de ti lo que pienso de otros que se enfurecen contra mí y me maldicen porque les traigo la orden de beber el veneno,según obligan los magistrados .De ti ya he conocido este tiempo en todo que eres el hombre más noble, paciente y bueno de cuantos jamás vinieron aquí, y ahora sé bien que no te enojas contra mí, sino contra los culpables, que ya los conoces, Ahora, pues, como sabes lo que vengo a comunicarte,adiós ,y procura soportar sencillamente lo inevitable.
Y llorando dio la vuelta y se marchó .
Sócrates, mirándole, dijo:
-Salud también a ti, y yo haré lo -que me dices.
Y luego a nosotros nos dijo: ¡Que amable es! Todo el tiempo solía visitarme y a veces hablaba conmigo, y era un hombre excelente, y ahora, qué noblemente me llora.
Mas ea, Critón, obedezcámosle, y que alguien traiga el veneno si ya está molido, y si no, que lo maje el hombre.
Y Critón dijo: Me parece a mí, Sócrates, que todavía está el sol más alto que los montes y que aún no se ha puesto. Y además sé que otros lo han bebido ya muy tarde después de recibir la orden, luego de cenar y de beber y de gozar a alguien que acaso les apetecía. No tengas prisa, que aún hay tiempo.
Y Sócrates dijo: Con razón esos que tú dices lo hacen, pues creen que ganan algo con hacerlo, y con razón yo no lo haré, pues no me parece que sacaría otro provecho con beber un poco más tarde que el que se rieran de mí por aferrarme a la vida y andar ahorrando lo que ya nada es. Así que -dijo- obedeceré y no me desatiendas.
Critón, entonces. hizo una señal al esclavo que estaba cerca, y el esclavo salió, y después de gastar un poco de tiempo ,volvió acompañado por el que había de dar el veneno, que lo traía disuelto en una copa. Cuando Sócrates le vio, dijo al hombre: -Vamos, amigo, tú que sabes de esto, ¿qué es lo que hay que hacer?
-Nada más -dijo- que dar unas vueltas después de beber, hasta que te venga en las piernas pesadez, y entonces has de acostarte y de esta manera hará su efecto.
Y con esto alargó la copa a Sócrates. Él la tomó, y muy serenamente, sin temblar ni alterársele ni el color ni el rostro, sino, según solía, mirando de reojo como un toro, al hombre dijo: -¿Qué dices sobre si con esta bebida es lícito hacer una libación? ¿Se puede o no?
-Disolvemos, Sócrates, lo que pensamos que es lo justo para beber.
-Comprendo -dijo él-, más es lícito y necesario orar a los Dioses que sea feliz el traslado desde este mundo hacia allá; lo cual yo les suplico, y así sea. Y diciendo así, aplicó la copa a los labios y con toda sencillez apuró la bebida. Y la mayoría de nosotros,que hasta entonces había podido contener el llanto, cuando, vimos que había bebido, ya no pudimos más y las lágrimas me brotaban con fuerza -cuenta Fedón, el testigo sobre cuya fe lo refiere Platón- y a hilo, de manera que me hube de cubrir con el manto y gemía por mí mismo, que no por él, sino por mi desgracia de perder tal amigo. Y Critón aún antes que yo, como no era capaz de contener las lágrimas, se levantó y salió.
Apolodoro ,que en todo el tiempo anterior no había cesado de llorar ,entonces se puso a lamentarse y gemir y enfurecerse, y no dejó de quebrantar el ánimo de ninguno de los presentes, excepto del mismo Sócrates.
Y él dijo: -¿Qué hacéis, hombres desconcertantes? Precisamente por ese motivo despedí a las mujeres, para que no cometieran estos excesos, pues en verdad tengo oído que se debe morir en religioso silencio. Así, pues, no alborotéis y conteneos.
Y nosotros al oírle tuvimos vergüenza y retuvimos el llanto. Y él ,después de haber dado unos paseos, dijo que le pesaban las piernas y se acostó boca arriba, que así le había mandado aquel hombre, y en seguida, el que le bahía dado el veneno le tocó, y dejando pasar un poco de tiempo, le examinaba los pies y las piernas, y después le apretó fuertemente los pies y le preguntó si lo sentía, y él dijo que no. Y después le volvió a tocar las piernas, y subiendo así, nos mostró cómo se enfriaba e iba poniendo rígido. Y le iba tocando y dijo que cuando le llegase hacia el corazón entonces se extinguiría.
Ya estaba frío el bajo vientre, cuando Sócrates se descubrió, pues estaba cubierto con un velo, y dijo y esto fue su última palabra: Critón, a Esculapio le debemos un pagádselo y no lo descuidéis.Así será -le dijo Critón-; y mira si tienes algo más que decir.
A esta pregunta que le hizo ya no respondió, sino que después de pasar un poco tiempo se movió, y el hombre le descubrió, y tenía ya los ojos parados; y viendo esto Critón, le cerró la boca y los ojos.
Esta fue la muerte de nuestro amigo, hombre del que podemos decir que fue el mejor de cuantos en su tiempo conocimos y además el más prudente y el más justo.
El sacrificio del gallo a Esculapio se ha interpretado de varias maneras. La verdadera inteligencia de este piadoso encargo, está en la interpretación pesimista de la vida que tantas veces aflora en los griegos. El gallo se ofrendaba a Esculapio, precisamente en agradecimiento por la salud recuperada; y así, si Sócrates consideraba que había llegado el momento de hacer este sacrificio en acción de gracias, es que se encontraba curado de una enfermedad, de la enfermedad que es la vida. Nunca se había expresado con semejante pesimismo, pero de la autenticidad de esta actitud nos sirve de prueba la serenidad con que mira a la muerte.
Lo más terrible de la muerte de Sócrates es que Atenas continuó su marcha como si nada hubiera sucedido. La misma fatalidad que guiaba su evolución desde la religiosidad hacia el racionalismo y desde lo fecundo y genial hasta la esterilidad, siguió dominando todopoderosa después del asesinato o error judicial; y ni el discípulo más genial, Platón, se atrevió a arrostrarla como lo hizo Sócrates, pues por el contrario se dejo llevar por la creciente marea racional e intentó nada menos que gobernar este mundo.
Sócrates murió, y ni la tierra tembló ni se oscureció el sol, y la razón se siguió haciendo, a pesar de la terrible conciencia que a él le llevó a arrostrar la muerte, la dueña de los secretos de la vitalidad helénica .
Son falsos los cuentos que los fieles discípulos soñaron tal vez, y más tarde la tradición filosófica procuró recoger. Se nos ha dicho que los atenienses se arrepintieron enseguida, y que el luto llegó a cerrar las palestras y gimnasios, aquellos recintos donde habían resonado tantos diálogos del maestro. Desde luego que el fracaso íntimo de la restauración democrática en sus objetivos religiosos dejó muy pronto al descubierto lo incomprensible de la muerte de Sócrates.
Ante una injusticia tan grande, se daba expresión con esas historias al afán de venganza de la muerte de Sócrates. Así surge la leyenda de que los atenienses condenaron la muerte o desterraron a los acusadores, arrepentidos de su decisión, y en cuanto a Meleto, hasta se llegó a decir que le condenaron a muerte.
Estas fantasías son tanto más explicables cuanto que ya en Jenofonte se interpreta tendenciosamente el mal fin del hijo de Anito, como si fuera una especie de castigo por la iniquidad que cometió el padre del joven contra Sócrates y Antistenes por su parte, convertido en el vengador oficial de su maestro y contra el que se centran los tiros de los restauradores pronuncia una frase que debió impresionar: «Las ciudades perecen cuando no saben distinguir los buenos de los malos.»
Un paso más en las historias vengativas, y surge la de que los de Heraclea expulsaron de su ciudad a Anito el mismo día que llegó. Era como una maldición que perseguía a los culpables del crimen. Pero aunque el sentido de la justa venganza quede satisfecho, no hay que hacerse ilusiones de que todas estas historias sean verdades.
Poco puede añadirse a la sublime prosa platónica, en la que quedó para siempre, como en inmortal relieve, la última escena de la vida del maestro. La filosofía antigua no supo conformarse, sin embargo, con el admirable relato platónico, aunque los añadidos no tienen la menor verosimilitud. Por ejemplo:
Hallamos en la tradición la historia del famoso manto filosófico, de ese manto que fueron los cinicos los encargados de glorificar y convertir en una especie de hábito o librea del filósofo.
En este contexto se cuenta que: después de beber la cicuta, Apolodoro quiso ceder al maestro su hermoso manto para que se acostase sobre él.
«Pero, ¿cómo? -dijo Sócrates-, ¿habrá sido bueno mi manto para vivir y no lo va a ser para morir?»
Los Cínicos heredarían el manto de la verdadera filosofía socrática.
La muerte de Sócrates, que tan sobria como elevadamente nos ha contado Platón, les pareció a todos los discípulos, tanto los presentes como los ausentes, hermosa, y la memoria de sus últimas plática, produjo en todos imborrable impresión. Los más íntimos entre los discípulos quedaron sorprendidos ante la inaudita serenidad con que no alteró su vida mientras esperaba la fatal nave de Delos, en estos treinta días de plazo que prolongaron, con la angustia de los discípulos, pero con la actitud sublime y equilibrada de este geniopensante.
Solo una pequeña leyenda brota sobre la ignorada tumba de Sócrates. Se cuenta que un muchacho espartano llegó a Atenas lleno de devoción hacia Sócrates. Cuando se hallaba ya a las puertas de la ciudad, supo que Sócrates había muerto; preguntó entonces por su tumba, y cuando se la señalaron, después de hablar con la estela y lamentarse, esperó la noche y durmió sobre ella. Antes de que amaneciera del todo, besó el polvo de la tumba y se volvió a su patria.
Pálida leyenda, pero bastante religiosa es, si se piensa que tuvo fuerzas para surgir sobre el sepulcro de quien con arcaico pesimismo y pleno uso de razón dijo después de ser condenado a muerte: «Vosotros salís de aquí a vivir; yo, a morir; Dios sabe cuál de las dos cosas es mejor.»




















PIENSA DIFERENTE






               




GUIA






CUBAS  DE OSCURANTISMO





  
CASTA  AMASADORA








EL  TERCER  OJO













SUEÑO  USURPADO



















LA  MANO  QUE  TODO  LO  CODICIA





















EL BURLADOR  BURLADO














MAR DESCABEZADO









INUNDACIÓN













EL  COMIENZO

























PLÁCIDA SIESTA DE LOS JUSTOS














REY FAGOCITADOR








AGUA  QUE DESANGRA











SERPIENTE DE MIL  CABEZAS










GULA





ENGENDRANDO